2020-10-20
Aprender idiomas, Estudiar euskera, Estudiar inglés
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Estudiar un idioma no siempre es fácil. En estos tiempos en los que todos andamos ajetreados y tenemos distracciones infinitas no vienen mal unos truquillos para mejorar la productividad. Sin recetas mágicas, ya lo sabes, es el hábito el que hace al monje.
Si cada tarea y cada compromiso queda escrito, mejor. Esto libera tu mente del trabajo de tratar de recordar, que consume energía y atención. Todos los días comienza con un breve repaso de tus tareas.
La mejor manera de comenzar a trabajar es comenzar la noche anterior. Antes de salir de tu lugar de trabajo o antes de acostarte, tómate 10 minutos para revisar los compromisos del día siguiente. Así aunque seas de esos que aunque se levanten sigan dormidos, sabrás cuáles son tus objetivos del día 😉
Todos tenemos una o más tareas en nuestra lista de tareas pendientes que tememos hacer. Tal vez sea esa llamada telefónica desagradable que no quieres hacer, hacer un ejercicio de aprenderte de memoria unos verbos irregulares, o ese escrito que has estado posponiendo porque no sabes cómo comenzar. Tener en la mochila algo que te pesa te hace distraerte de los otros quehaceres, y no tener la energía positiva necesaria. Híncale el diente cuanto antes a ese trabajo pesado, ¡y verás que no era para tanto!
Uno de los principales asesinos de la productividad es la distracción de las interrupciones constantes: correos electrónicos, llamadas telefónicas, personas que aparecen en tu puerta… Algunas distracciones vienen a ti hagas lo que hagas, pero a otras les construimos una autopista directos a la procastinación. Esos son, por ejemplo, las redes sociales digitales, los mensajes de teléfono, etc. Cuando estudies, apaga todas las notificaciones e intenta dedicarle 25 minutos seguidos cada vez. No parece mucho… pero 25 minutos seguidos pueden ser más productivos que dos horas de constante distracción.
Existe un límite en cuanto al tiempo que alguien puede dedicar un enfoque profundo a una tarea.
No importa lo ocupado que estés, después de un cierto período de tiempo, la ley de los rendimientos decrecientes se activa y la fatiga, física y/o mental, comienza a afectar tu eficacia. Aquí cada maestrillo tiene su librillo pero cada media hora de productividad constantes puedes cogerte un respiro pequeño, y cada hora y media un descanso un poco más largo.
No es un secreto. El cuerpo no es una máquina y tiene sus propios ritmos. Cuidar la alimentación, hacer ejercicio y mantenerse activo hace que nuestro cerebro funcione mejor. Como decían los romanos: Mens sana in corpore sano.
Sobre todo, para el estudio de un idioma es fundamental la constancia. Dedícale todos los días un rato a nuestro profesor virtual, y verás cómo lo estudiado se va afianzando en tu cerebro. Si hay mucho tiempo entre una clase y otra, si las espacias demasiado, siempre tendrás la sensación de empezar de cero…. Cuanto más hagas, ¡más fácil será!
Y ya sabes, no dejes de poner en práctica todos estos consejos. Pero sin lugar a dudas, si te tuviéramos que dar solo uno, el mejor consejo que te podemos dar a la hora de estudiar euskera o inglés, es que te dejes llevar de la mano del experto.
Sí, sí del sistema experto de bai&by 😉
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